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Empieza con el para qué... o sigue caminando sin brújula

  • Foto del escritor: Nacho Martín
    Nacho Martín
  • 15 ago
  • 4 Min. de lectura

Un día, un joven se acercó a un sabio maestro y le dijo: “Estoy perdido”. El maestro lo miró con ternura y le preguntó: “¿Y hacia dónde querías ir?”. El joven bajó la mirada y respondió: “No lo sé”. Entonces el sabio sonrió: “Si no sabes a dónde vas, da igual el camino que tomes. Pero si descubres tu para qué, el camino aparecerá solo”.


Así empieza la historia de muchos líderes, emprendedores y profesionales: con prisas, con metas prestadas, con agendas ajenas y con una ansiedad que no saben de dónde viene.

Simon Sinek, en su libro “Empieza con el porqué” (en inglés “Start With Why: how great leaders inspire everyone to take action”), nos propone detenernos, mirar hacia dentro y hacernos una pregunta aparentemente simple, pero profundamente transformadora: ¿Para qué haces lo que haces?


Porque en inglés, el Why que él propone no se refiere solo a una causa pasada (“por qué”), sino a un propósito inspirador, una razón de ser orientada al futuro.


Imagen creada por Freepik con IA - Maestro sabio y alumno
Imagen creada por Freepik con IA - Maestro sabio y alumno

1.  El círculo dorado: más allá del qué y el cómo


En el corazón del libro, Sinek nos presenta un modelo tan simple como revelador: el Círculo Dorado (The Golden Circle).


Imagina tres círculos concéntricos. En el exterior está el qué (lo que haces).En el medio, el cómo (cómo lo haces). Y en el centro, el verdadero motor: el para qué —tu propósito, causa o razón de ser.


Muchas personas, empresas y líderes se comunican desde fuera hacia dentro: hablan de lo que hacen, luego explican cómo lo hacen, y solo a veces, si queda tiempo o energía, mencionan para qué lo hacen.


Pero los grandes líderes, lo hacen al revés. Empiezan con el “para qué”. Y eso lo cambia todo.


Sinek argumenta que “la gente no compra lo que haces, sino el para qué lo haces”.


2.  ¿Cuál es tu brújula?


Imagínate que estás en mitad de un bosque, con un mapa detallado, pero sin brújula. Sabes qué hacer. Sabes cómo hacerlo. Pero no sabes hacia dónde avanzar.


Así viven muchas empresas: llenas de procesos, productos, eficiencia… pero vacías de sentido. ¿Cuántas veces has sentido que trabajabas duro, pero sin dirección? ¿Qué tanto de tu esfuerzo diario nace de una convicción profunda… y cuánto es solo una inercia bien disfrazada?


¿Qué pasaría si en lugar de preguntarte “¿qué tengo que hacer hoy?”, te preguntaras “¿para qué vale la pena hacerlo?”


3.  Los líderes que inspiran empiezan con el “para qué”


Sinek nos habla de grandes líderes como Martin Luther King, Steve Jobs o los hermanos Wright. Todos ellos tenían algo en común: no vendían productos, ni discursos, ni servicios… comunicaban una creencia o propósito.


Martin Luther King no dijo “Tengo un plan”. Dijo “Tengo un sueño”. Y ese sueño —ese para qué— encendió los corazones de millones de personas. Lo siguieron no porque supieran qué hacer, sino porque compartían su propósito.


¿Tú lideras desde tu sueño… o desde tu miedo a fallar?


4.  Las raíces invisibles


Un árbol sin raíces se cae al primer soplo de viento. Y una empresa, un proyecto o una carrera sin “para qué”, también.


Tu “para qué” es invisible. No se ve. No se toca. Pero sostiene todo lo demás. Es como esas raíces profundas que, aunque nadie las admire, son las que permiten que el árbol florezca.


¿Qué raíces te sostienen cuando llega el viento fuerte? ¿Qué te impulsa cuando no hay aplausos, ni likes, ni resultados inmediatos?


5.  Hablar desde el “para qué” conecta con el alma


Las palabras que vienen del qué, convencen. Las que vienen del cómo, explican. Pero las que brotan del “para qué”conmueven.


Cuando hablas desde tu “para qué”, la gente no solo te escucha: te cree. Porque sienten que no estás vendiendo humo, sino compartiendo algo genuino. Y en un mundo saturado de ruido, la autenticidad es revolucionaria.


¿Estás comunicando para impresionar… o para inspirar?


6.  El “para qué” es constante, el cómo evoluciona


Muchas empresas cometen un error: confunden el “para qué” con la moda del momento. Pero el propósito no cambia con las tendencias. Cambia el “cómo”, cambia el “qué”… pero el “para qué”, permanece.


Apple, por ejemplo, no es una empresa que vende tecnología. Su “para qué” siempre ha sido desafiar lo establecido y empoderar al individuo. Eso lo hacían con ordenadores, luego con iPods, luego con iPhones. Pero el propósito es el mismo.


¿Estás dispuesto a proteger tu “para qué”, incluso si eso significa cambiar tu qué?


7.  ¿Y si ya tienes un “para qué”…, pero lo olvidaste?


No siempre hay que inventar el “para qué”. Muchas veces solo hay que recordarlo.

Quizás tu propósito nació en una conversación con tu abuela. O en una injusticia que presenciaste. O en una pasión que tenías de niño. La brújula está dentro de ti, aunque el polvo del tiempo la haya cubierto.


¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que te hizo sentir completamente tú?


8.  Un “para qué” compartido es una revolución silenciosa


Cuando un equipo descubre su “para qué” común, todo cambia. La motivación ya no depende del salario. La innovación no se impone, florece. La fidelidad no se exige, nace.


Un grupo humano con un “para qué” compartido es una tribu. Y una tribu puede cruzar desiertos, escalar montañas y reinventar el mundo.


¿Has sembrado un para qué compartido en tu equipo… o solo objetivos individuales?


9.  Conclusión: empieza con el “para qué”... y terminarás con sentido


Simon Sinek no nos pide que cambiemos de trabajo, ni de estrategia, ni de cliente. Nos invita a cambiar de lugar interior desde donde actuamos.


No se trata de hacer más cosas. Se trata de hacerlas con sentido. Porque cuando el “para qué” está claro, los obstáculos se convierten en retos, los clientes en aliados, y los lunes en oportunidades.


“La claridad del para qué da fuerza al cómo y dirección al qué.”


Como decía el sabio maestro del inicio, si descubres tu “para qué”… el camino aparecerá solo.


Y tú, lector que has llegado hasta aquí, déjame preguntarte:


¿Cuál es tu “para qué”? ¿Te has olvidado de tu propósito?¿Qué historia te gustaría que otros contaran sobre ti cuando ya no estés?¿Y qué vas a hacer, hoy, para empezar a trazar tu “para qué”?

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